La propuesta de Alicia
Debido a una propuesta que mi amiga Alicia tenía para mi, quedamos en encontrarnos en una cafetería ubicada en cierta esquina de la plaza de Osorno. Llegué temprano a la cita y me acomodé con vista al exterior. El día primaveral hacía burbujear las calles de tanto transeúnte festivo, y en aquel trance de gente yendo y viniendo comencé a recordar cuando Alicia y yo nos conocimos, allá por los años 80 y no pude evitar fantasear con la propuesta que dio motivo a la invitación.
De pronto la veo venir con uno de sus característicos atuendos de falda larga y botines, complementado con un peinado al descuido. Levantó la mano para saludarme a viva voz en cuanto entró al local _¡¿Amiga Berta cómo has estado?!_ Nos ofrendamos un caluroso abrazo. Y continuó exclamando:
_Muy acogedor el lugar amiga, pero olvidaste algo importante: ¡Necesito fumar!_ Entre risas y elogios de inmediato fuimos al área de fumadores. A mi no me importaba que ella fumara en demasía y a ella tampoco le importaba que yo no gustara de humear.
Después de repasar nuestras vidas por tantos años sin vernos, llegamos al motivo de nuestro agradable encuentro y ella indagó:
_Berta, tus familias paterna y materna siempre han sido de derecha política ¿verdad?_
_Sí _ Respondí con extrañeza, observando la fijeza de su mirada y consulté:
_¿Por qué la pregunta? Estoy intrigada_
_¡Para allá voy, para allá voy! Paciencia_ Contestó un tanto ansiosa al momento que encendía un cigarrillo, al cual le vaticiné una vida muy corta.
_También es cierto que el padre de tus hijos era de Izquierda ¿verdad?_ Con aquella pregunta, ya había equilibrado el enigma, pues casi 20 años con mi familia y 23 años con el padre de mis hijos, me habían preparado para el centro político, en la medida que se pudiese. Alicia prosiguió.
_Tengo en mente una nueva idea para mi próxima obra de teatro, y se refiere a trascender la larga discordia que prevalece entre chilenos desde el golpe de estado del 73, y me gustaría que tú escribas esta obra_
Me quedé pasmada…Yo que traté tanto tiempo de mediar entre bandos y que seguía fielmente la consigna de no hablar de política, religión ni futbol en comidas familiares y que además no inculqué a mis hijos ideología alguna…¿escribiría una obra política?…
Alicia interpretó fielmente mi silenció y lo respetó…hasta diría yo que evitó encender el próximo cigarrillo. Sí, efectivamente vi en sus ojos el ánimo vivo de trascender nuestra historia como país.
En fin…mientras discutíamos el proyecto, el área de fumadores se iba haciendo más gris, y por fin acepté con elocuencia la propuesta…sin lugar a dudas la vida me había preparado para tener una visión sin extremos.
Establecimos los plazos y nos despedimos agradecidas la una de la otra. Eramos dos almas abrazando al destino, tratando de hacernos oír entre tanta idea escarbada.
Comencé a desarrollar el texto, investigando lo que sucedía unos años antes del golpe militar, 1965; año en el que nací… un 18 de octubre, y acerté con noticias que vinculaban a ciertos partidos políticos que aún prevalecen en nuestra historia, para complementar con atino, tan encomiable misión.
Es casi inevitable emitir juicios ante lo sucedido en aquella etapa de incubación hacia el cambio de paradigma político, pero obviamente no sería imposible…mi tarea estaba centrada en filtrar, examinar y escoger aquello que cuida la sana convivencia. De pronto una canción de aquella época me sacó de mi abstracción: “La niña está triste” del cantautor chileno Leo Dan y me hizo preguntarme si aquella canción vendría a vaticinar en 1965, la profunda tristeza que me invadió en los primeros años de vida al desarmarse mi primera familia…la experiencia es similar a un país dividido que clama por estabilidad y armonía social.
Mientras escucho algunas melodías de aquellos años, junto a imágenes de muy mala calidad, los recuerdos comienzan a apuntarse para ir en primer acto, pero yo solo espero que mi mente sea hábil y mi sentir misericordioso, para no perder de vista la razón de la obra.
El concepto principal entregado por Alicia, viene a hacerme recordar de forma más consciente el sonido de las sirenas que marcaban el toque de queda, interrumpiendo nuestros juegos de niños, cuando tratábamos de ser felices ante los cambios que imperaban a mis 8 años.
Dedicaré la historia a mi amado padre, quien nunca me influenció directamente hacia donde debía escoger en materia política y que no tuvo oposición hacia quien yo había escogido para casarme la primera vez a los 19 años, sin negar su firma; pues en los años 80, la mayoría de edad era a los 21 años, sino que al contrario; me preguntó con sincero interés por la salud de quien pasaría a ser su consuegro, un socialista detenido torturado a quien le guardo respeto y admiración, y a quien mi padre conocía desde antes y nunca odió.
El título de la obra estará marcado por el deseo sincero de alcanzar la sanación, por lo tanto debe ser uno que no deje lugar a dudas del motivo de su creación...escogí como título: “Trascendencia”
Fin
Mirna Rudolph
Lago Ranco
Chile
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