Amor a distancia

 




Aún con la cercana llegada del otoño, la esperanza seguiría intacta en Marcela. No es que sus sentimientos fueran prematuros, algo había en la mirada de él, que la hacían pensar que había una esperanza. En fin; una esperanza era una esperanza y ella no la perdería, podría trabajar mucho o cantarle a las montañas en los momentos más angustiantes. Aquello de vivir en la precordillera no era cosa fácil para disfrutar de un amor a distancia. Esteban pertenecía a los turistas que se renovaban  cada quincena en Lago Ranco, por lo que su llegada...anticipó el día y la hora de la partida del huésped...casi con ironía. 

Pronto la afinidad mutua, el paisaje y los aromas, fueron los cómplices del romance y a pesar de saber  que el suceso tendría la neblina de una pronta despedida, todo fue vivido y experimentado como si estuvieran fuera de la realidad, para finalmente despedirse el último día de febrero del año 2014. Las tres estaciones posteriores a la madurez del sol de aquel año, fueron casi pauteadas para Marcela, eso; para no dejarse atrapar  por los espejismos melancólicos del otoño, ni por la altiva estampa del rey invierno. Buscó aliento en los cada vez más escasos mensajes por teléfono y las llamadas que se lograban cuando la suerte coincidía con ambos, además de una señal de internet tan nula como irritante.

Ella se había preparado en turismo y sabía que su lugar estaba cerca del volcán Carrán, ahí residiría hasta que su vida se apagara según había acordado entre su mente y su corazón, así que el amor debía saber acompañarla en aquellos lugares tan bellos y desafiantes, o decididamente le haría frente a la vida,  sola.

Marcela era joven y sabía que los compromisos hoy en día eran más flexibles, y no le sorprendía la variedad de nuevas uniones que ofrecía la sociedad actual, donde en ciertos casos el sentimiento debía anularse en beneficio del progreso económico del otro. 

Así pasó un año maestro y al llegar nuevamente a la última quincena de Febrero, sorpresivamente se encontró con el equipaje de Esteban esperando en la recepción de su hostería. Marcela un tanto sorprendida pero no menos emocionada, lo miró con dificultad, no quería que se enterara de las cascadas de pasión que se vertían en su interior. 

_¿Cómo estás?_ Preguntó un tanto nerviosa al retirar  la mirada del equipaje. El venía por varios días; eso era evidente y su emoción creció al recordar el verano anterior, pero rápidamente pensó que éste año sería diferente, que la experiencia vivida no había sido en vano y que ahora conociendo el dolor de una despedida, no haría de la melancolía su compañera cuando el invierno congelara los recuerdos.

_Me ha ido bien_ Contestó Esteban sin dejar de observarla y continuó: _La vida me ha tratado bien y he conseguido ganar varios proyectos, eso sumado a que la oficina de arquitectura funciona exitosamente aún sin promoción_

_Y... ¿Por cuántos días te quedarás?_ Indagó Marcela por cortesía, ya que  no quería oír una respuesta desafortunada, que el inoportuno viento Puelche pudiera oír también, porque no dejaría de burlarse de ella llevando a todos lados la noticia de su desilusión.

La respuesta de él llegó para sentir los rayos del sol como miel en todo su cuerpo.

_Ya no me iré Marcela. Amo éste lugar casi tanto como a ti...Lago Ranco es donde  quiero estar... Bueno; si tú me aceptas y quieres vivir éste paisaje conmigo.



Mirna Rudolph

Lago Ranco

Chile

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