Leyendas de Lago Ranco, Chile. ( I )

 


La pisada del diablo

                                                                                      (Mirna Rudolph)


Según  cuenta  don Víctor; en Lago Ranco...hace ¡muchos! ¡muchos años atrás! un indígena de la  zona, se encontró cara a cara con el ¡mismo diablo!, pero lejos de asustarse; el indígena sólo se asombraba de lo fanfarrón y orgulloso que era  éste feo diablo. Cansado ya de todas sus mentiras, el astuto indígena, ideó una  forma de dejarlo en  ridículo, ya que éste; sólo sabía jactarse de los grandes poderes que tenía.

_¡Mira diablo!_ le dijo con las manos en la cintura  y con los pies muy firmes en el suelo. El diablo se dio vuelta y lo miró con desprecio, sintiéndose superior y más fuerte que el osado lugareño.

 _¡¿Cómo te atreves a hablarme así, insolente humano?!_  Exclamó el diablo desafiante y enfurecido.

 El indígena muy valiente le contestó:

 ¡A ti diablo! que te crees tan superior a los humanos. ¡Yo!, que soy humano ¡te hago una apuesta! _

 _ ¡¿Así? ! _ dijo el diablo, con un poco de risa y algo molesto. Para luego preguntar con cierto interés.

 _ ¡ ¿Y qué apuesta quieres hacer conmigo, tú humano? !_

 El indígena con cierta malicia y dando algunos rodeos alrededor del diablo, por fin le dijo:

 ¡Yo te apuesto diablo, que no eres  capaz de hacer un camino de rocas en el lago, desde aquí a la isla Colcuma, antes de que cante el gallo!_

El diablo tan orgulloso como era, no pudo dejar pasar la oportunidad de demostrarle al indígena sus grandes poderes, así que muy confiado aceptó la apuesta.

Como ya la noche estaba llegando, el diablo se dispuso a desarrollar todo lo necesario para ganar la apuesta, creyendo que el indígena se había ido a dormir.

El diablo presumido, utilizando todos sus poderes; avanzó muy rápido en la construcción del camino de rocas  hacia la isla, pero cuando ya faltaba muy poco para que  éste terminara, el lugareño que era muy astuto, se escondió detrás de unos arbustos, muy agachado y casi a punto de ponerse a reír ,imitó tan perfectamente el canto del gallo, que al diablo sorprendido no le quedó más que aceptar que no había podido cumplir con la apuesta, tal como le había dicho el humano.

El diablo estaba tan enfurecido, que dio un golpe muy fuerte con su pie, sobre la piedra donde estaba parado, mientras el indígena aprovechaba de burlarse de él, brincando sobre el camino de rocas que el diablo casi había terminado hacia la isla.

Es por eso que hoy en día, se le llama al lugar donde el diablo dejó su pie marcado: “La piedra del diablo” o “La pisada del diablo”.

 

Fin

 

 

 

 

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