¡Dulce...dulce...dulce!
¿Por qué me demoraba tanto en enviarle un saludo?...no lo sé. Cada hora era una constante oírme decir mañana lo haré o, ahora sí que me siento y le escribo. Quizás por ahí, había un cierto temor a su reacción. No quería parecer como si intentara acercarme sin su consentimiento. Yo siempre había tenido una cierta distancia y mis sentimientos no eran precisamente algo a flor de piel, puesto que la distancia parecía ser mutua.
Seguramente salir del evento me relajaría, era sólo un saludo, a quién podría dañar con ello. Respiré hondo, ya que mis vueltas me marearon y terminé llenando la hoja con las palabras menos planificadas que hubiese querido usar, a veces los nervios traicionan y quedamos peor que antes deseando no haber dicho nada. En fin...salió lo que salió y solo le dije:
¡Dulce...dulce...dulce!
Así fue la noche de ayer
y como a un sol en paleta
el otoño se la comió.
Mirna Rudolph
Lago Ranco
Chile
Comentarios
Publicar un comentario