La lluvia no merma

  



Cuando asistimos a un baile, fiesta o cualquier forma de compartir con otros, la mayor parte de nosotros se produce un poco antes del evento...no importa si el día está bonito, o caen relámpagos, la ilusión de una fiesta nos anima a mostrar lo mejor de nosotros, queremos agradar...secretamente queremos ser aceptados y alabados oyendo cosas como: ¡Qué bien te ves! ¡Cada vez estás más joven! ¡Esa ropa te queda muy bien! Saludamos y  compartimos  experiencias junto a una bebida del agrado de cada cual, distensionando el cuerpo y los ánimos, el entusiasmo ajeno, la música y el baile sacan lo mejor de nuestra alegría interna.
  No pasa mucho tiempo, para que quienes estamos libres o solteros (bueno también quienes no lo están), comencemos a ubicar a alguien que esté en igualdad de condiciones, nuestros ojos bailan a su propio ritmo, se mueven casi en cámara lenta, hasta que la intuición los detiene con la flecha de cupido.
  Comienza el cortejo en un centro que deja de estar ocupado por los demás, la fiesta se vuelve sólo de dos; nos hacemos preguntas intrascendentes, sonreimos pensando en lo que realmente queremos decir o le escribimos mentalmente, no queremos parecer desubicados o muy liberales.
En fin, cuando ya las cartas están esparcidas, nos la jugamos y es hora de decidir si la fiesta continuará después del salón.



La lluvia no merma
y estoy en la duda
de ser la dama
o la flor del salón.

En fin...le escribo y le bailo
con una mezcla de ambas.

Si le molesta o le agrado
su perfil me lo dirá
y puede, que nos encuentre a las dos
bajo ésta lluvia que no merma.

Mirna Rudolph
Lago Ranco 
Chile
 

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