Cuando me lees
La compañía, tan necesaria para casi cualquier ser vivo; se ansía prácticamente de forma inconsciente cuando se ha estado en un prolongado estado de invierno personal. El sol puede emerger travieso en una conversación virtual, pero ¿Qué tan segura es esta forma de buscar un amanecer dorado?. Algunos tendrán suerte y otros vivirán penosas experiencias y no habrá términos medios, porque cuando nos ilusionamos lo hacemos con todo.
Otros con más experiencia se dedicarán a jugar con los sentimientos ajenos y en casos extremos hasta lucrarán con la ilusión ajena. En fin, el refugio que proporciona la red, ofrece variadas luces donde las polillas podemos caer.
Si pensásemos nuestro mundo real como si fuese el virtual, veríamos que no hay diferencias importantes en cuanto a los peligros y alegrías de actuar en el. ¿ Cuál sería la diferencia al preferir uno o el otro?. El mundo virtual ofrece ampliar el rango de los encuentros, es cómodo, podemos ocultar con más seguridad aquello que no nos agrada de nosotros mismos, como la imagen personal, realidades familiares y estatus social. Quizás la benigna diferencia, la haga alguna casualidad que suceda por ahí; aquella que sin querer reúne a dos personas sin previa intención. Alguna ocasión donde cupido decida trabajar muy temprano y lance su flecha con todo el poder del amor y las personas seamos capaces de cruzar grandes distancias para hacer realidad nuestros sueños.
En la red, la fragilidad de nuestro corazón nos mantendrá en estado juvenil, con ansiedad y expectativa, el futuro se avizorará verde y los amaneceres dorados parecerán no terminar, por lo tanto; también estarán los que se hagan adictos a la cuota de verde y dorado que podamos encontrar en dicha red y aunque tengan el corazón iluminado ansiarán otras flechas de cupido, pero éste no siempre estará dispuesto a trabajar de más, pudiendo perderse lo que se haya ganado, para terminar viendo solo la espalda de un cupido enfadado que no premiará al falto de dominio personal.
Cuando me lees
te dibujo leyéndome.
Cuando me intuyes
...me alegro,
porque descanso.
Si me corriges me aplico
si me elogias...¡Ardo!
Si me apagas...no entiendo.
Y así, comienzo de nuevo
a multiplicar
los dones del cielo,
hasta tocarte
hasta prenderte
hasta estar así...rondándote.
Mirna Rudolph
Lago Ranco
Chile
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